jueves, 24 de marzo de 2011

Energía no_clear (capítulo 2)

Acceder a tener una opinión bien fundamentada de cualquier asunto requiere un esfuerzo. Por desgracia, la información, por sí sola, ni aun siendo exacta, es suficiente.

En este post y en los que seguirán, intentaré realizar una introducción, espero que comprensible (aunque no garantizo que sea sencilla), a los riesgos asociados al uso de las radiaciones ionizantes. Es un asunto de cierta complejidad, aunque mucha menos que la de cualquier asunto relacionado con el carácter y el comportamiento humano, pues puede, en definitiva, ser asimilado con unos conocimientos matemáticos elementales, un poco de cultura general y algo de activa cooperación, lo que no ocurre, por desgracia, con los asuntos del espíritu.

Radiación es cualquier propagación de energía en el espacio, en forma de ondas electromagnéticas o partículas subatómicas. La radiación solar, las ondas de radio y televisión, las de telefonía móvil, la energía del microondas, todas ellas son formas de radiación. También es radiación lo que conocemos como radiación ionizante. La diferencia entre esta y las anteriores es, como su nombre indica, la capacidad que tienen estas últimas para producir ionizaciones en las moléculas y átomos de la materia sobre la que inciden. Si nos centramos, por ejemplo, en las radiaciones electromagnéticas, los fotones, veremos que por encima de una energía dada, que es del orden de la que tiene la radiación ultravioleta procedente del sol, la radiación es ya capaz de ionizar.

Lo primero que necesitaremos es adquirir algunos conocimientos elementales sobre el efecto que la radiación ionizante tiene sobre la célula.

¿Porqué es importante el hecho de que una determinada radiación sea capaz de ionizar?. Pues, desde la perspectiva del efecto biológico, la ionización del medio celular (que es principalmente la ionización de la molécula de agua) inicia una serie de cambios químicos en la célula que tendrán, como consecuencia inmediata, la producción de un número importante de radicales libres muy reactivos químicamente. Estos radicales viajan en el interior de la célula y pueden alcanzar y dañar la estructura molecular de elementos muy importantes, pero no vitales, de la célula. Pero existe la posibilidad de que estos radicales alcancen la molécula más importante de la célula: el ADN. Y esta probabilidad no es pequeña, dado que el ADN constituye, aproximadamente, el 4% de la masa celular.

En el cuadro se muestran los efectos producidos por una dosis
de 1000 mSv de rayos X o gamma.
Pero entonces, dado que existe una importante presencia de radiación ionizante en la naturaleza (desde que se creo el mundo, mucho antes de que los hombres descubrieramos las formas de producirlas a finales del siglo diecinueve, y antes de las centrales nucleares) ¿como podemos sobrevivir a las lesiones que estas radiaciones producen en nuestras células?. ''Amiiiigo miiio'' (que diría Denzel Washintong como Frank Lukas en ''american gangster''), esta es una pregunta importante. Para responderla, el lector perspicaz y cultivado podrá recordar que existen en este mundo organismos vivos que habitan en ambientes extremos y que se han adaptado a extraer el sustento de elementos químicos que son venenos letales para otros organismos. El oxígeno, que es para la inmensa mayoría de los seres vivientes un elemento vital, no estaba inicialmente presente en la naturaleza. En aquel entonces, habitaban la tierra otros tipos de formas vivas, para las cuales el oxígeno no solo no era vital, sino que era venenoso. ¿Cuando se desarrollaron formas de vida dependientes del oxígeno?, pues cuando hubo oxígeno disponible y utilizable.

Es decir, la vida es un milagro, no en el sentido ramplón que le dan los espíritus sensibleros, ¡un milagro que te cagas!... La célula tiene una capacidad de adaptación increíble, y estando, como está, sometida al ataque de muchos agentes perniciosos (entre los cuales la radiación es uno más, uno muy importante, pero uno más) no ha tenido más remedio que dedicar gran parte de su esfuerzo a desarrollar mecanismos defensivos.

Los mecanismos de reparación del daño al ADN son aun hoy uno de los campos de investigación más activos, y cada año se descubren nuevos, más sutiles y sofisticados. El ADN está diseñado para ser reparado, esa es la clave de la supervivencia. La célula debe reproducirse y para ello requiere manipular, romper y recomponer su ADN. En todo este proceso, la integridad de esa molécula es una garantía de éxito, por lo que la célula dedica mucha energía en analizar su estado y recomponerlo cuando es necesario.

Así, la mayor parte del daño al ADN producido por la radiación es reparado de forma casi inmediata, antes de que el mismo pueda tener consecuencias biológicas, es decir, antes de que ese material sea requerido para el proceso de duplicación celular. Solo lesiones muy complejas y severas del ADN serán mal reparadas, o sencillamente no serán reparadas en absoluto. Este tipo de daño no es frecuente. Algunos tipos de radiación (por ejemplo los fotones y los electrones) no pueden producirlo en un solo impacto pues liberan cantidades pequeñas de energía en cada colisión (es lo que llamamos radiación de baja transferencia de energía, o baja LET). Requieren la acción simultánea de varios impactos, lo cual es muy improbable dado que la lesión producida por una primera interacción es rápidamente reparada de forma eficaz antes de que se produzca un segundo en esa misma región. Por contra, algunos tipos de partículas son capaces de producir ese tipo de lesión en una única interacción pues depositan grandes cantidades de energía en cada interacción. Se trata de las partículas de alta LET (por ejemplo, neutrones, partículas alfa y otros iones). Por eso, una misma cantidad de energía depositada por un tipo u otro de partícula, tendrá distinta eficacia en la producción de un daño biológico (insistiremos sobre esto en un próximo post).

Porque ¿a que efectos celulares puede dar lugar la lesión del ADN si no fuera reparado eficazmente?. Pues básicamente dos serán los efectos.

El primero es que el ADN dañado no supere los controles del ciclo celular y la célula no pueda reproducirse, lo que significa la muerte de la célula, muerte celular que puede producirse por varias vías. Como es fácil imaginar, en un organismo complejo formado por miles de millones de células, la muerte de una célula no tendrá repercusión alguna pues la célula será reemplazada en su función por una célula equivalente. Solo la exposición a cantidades de radiación muy elevadas, que producirán una cantidad importante de muerte celular, las células muertas no podrán ser reemplazadas de forma eficaz, produciéndose un fallo funcional en el organismo, fallo que, si es severo, puede producir la muerte del organismo o daños orgánicos de graves consecuencias. La muerte de una sola célula, o un número pequeño de ellas, es un evento probabilístico, es decir, es imposible determinar que cantidad de radiación es necesaria para producirla. Pero la muerte de un número dado y muy grande de células solo ocurrirá si la cantidad de radiación supera una cantidad mínima o umbral. Por debajo de ese umbral la proporción de células muertas no será suficiente para producir el daño orgánico y no tendrá consecuencias observables. El tejido sustituirá esas células muertas y el organismo sobrevivirá sin consecuencias. Por ello llamamos a este tipo de efectos de la radiación efectos deterministas. Solo ocurren cuando se recibe una cantidad de radiación superior al umbral y, generalmente, su gravedad aumenta cuando la cantidad de radiación aumenta.

Antes de hablar sobre el segundo tipo de efecto radioinducido, debemos hacer un inciso sobre el primero. Existe una situación en la que la muerte de unas pocas células, que puede ocurrir a dosis moderadas y bajas, puede tener consecuencias graves. Se trata de la irradiación de embriones inmaduros, en sus fase iniciales, incluida la organogénesis y el periodo fetal temprano. En ese caso la muerte de unas pocas células puede producir la muerte del embrión o la aparición de malformaciones o deficiencias de desarrollo (físico o intelectual). Cuando el embrión ha madurado, después de la decimosexta semana de embarazo (que podríamos ampliar hasta la semana 25, si bien entre las semanas 16 y 25 el riesgo es mucho menor), el organismo se encuentra formado (incluido el sistema nervioso central) y la muerte de unas pocas células no tiene consecuencias distintas que para el organismo adulto (dedicaremos un post a este asunto de las malformaciones, que es una de las leyendas negras más importantes de todo este debate).

El segundo tipo de efecto es más inquietante. En ocasiones, la lesión del ADN de una célula puede ser incorrectamente reparada y, aun así, no ser detectada por los controles celulares y por tanto, ser compatible con la supervivencia celular. Hablamos entonces de una mutación celular. Son muchos los agentes que producen mutaciones del ADN, y muchas las mutaciones que sufre cada una de nuestras células a lo largo de la vida. la mayoría de ellas afectan a la codificación de proteínas poco importantes. La célula deja de codificar una proteína pero esta pérdida no tiene consecuencias orgánicas. O bien comienza a codificar una proteína, y esto tampoco tiene en general consecuencias. Y es así porque la mayor parte del ADN no tiene una función vital o ni tan siquiera tiene una función. Pero es posible que la lesión implique a la codificación o falta de codificación, de una proteína implicada en el control reproductivo de la célula. Puede entonces que la célula comience a replicarse sin control, desoyendo la señales que el organismo le envía para que no se reproduzca alocadamente sino de forma adecuada a la necesidad del organismo. Este puede ser el inicio de un camino carcinogénico. No basta con esa mutación, serán necesarios posteriores eventos (incluidas otras mutaciones) para que esa capacidad tenga un efecto observable. El organismo intentará por sus propios medios detener el crecimiento alocado de la célula mutada. La atacará... Le dificultará el alimento... La aislará... pero la célula mutada se replica rápidamente y no controla la calidad de su ADN, lo que facilita la aparición de nuevas mutaciones que la volverán más y más agresiva. El cáncer está al final de este tortuoso camino. La radiación, el tabaco, los oxidantes, todos los agentes carcinógenos, actúan en uno u otro momento de ese camino de dificultades, facilitando el tránsito de la célula mutada hasta la célula cancerígena.

Este segundo efecto puede tener lugar a partir de una única lesión en una única célula (aunque sea muy improbable en tal caso). No es posible por tanto definir un umbral, una cantidad de radiación por debajo de la cual el efecto es imposible de producir (bueno, bueno... ya hablaremos un poco más sobre esto en otro post). Cualquier cantidad de radiación podría provocarlo. Y cuando se produce, la gravedad es la misma, independientemente de la cantidad de radiación recibida. Por supuesto, la probabilidad de que ocurra aumenta con la dosis, pero no la gravedad del efecto.

Antes de terminar debemos mencionar que existe una situación en la que la mutación de una célula, sin producir un cáncer letal, puede tener consecuencias graves. Se trata de la mutación de una célula reproductiva. En este caso, la mutación puede afectar al individuo que se desarrolle a partir de esta célula (no debe confundirse con la irradiación del embrión ya formado, que es un caso particular de efecto sobre el individuo irradiado). Hablamos entonces de efectos hereditarios, es decir, efectos que se manifiestan, no en el individuo que sufre la irradiación, sino en su progenie. Esta posibilidad, muy sobrevalorada entre la opinión pública, tiene una incidencia mínima, por razones que el lector ya puede imaginar.

En el próximo post intentaremos aclarar como se cuantifica la radiación (mediante lo que conocemos como dosis de radiación) e intentaremos relacionar los efectos que hemos descrito aquí, su probabilidad o gravedad, con valores concretos de dosis.

sábado, 19 de marzo de 2011

¿Energía no_clear? (episodio 1)

Mi sensación, como pronuclear declarado, es que Fukushima ha sido una oportunidad perdida. Una oportunidad para demostrar que la industria nuclear y los científicos pro-nucleares están (estamos) realmente comprometidos con la seguridad y el bienestar, con el desarrollo y el progreso. No era el momento para el optimismo ingenuo ni el oscurantismo.

Aun reconociendo la delgadez de la línea que separa el alarmismo innecesario del pesimismo práctico, me siento más cercano a la posición de los expertos franceses que a la de los nipones: es siempre mejor ponerse en lo peor e ir mejorando, que dar la sensación permanente de que te obcecas en no aceptar el riesgo real.

Tal vez lleven razón los que piensan que es imposible rebatir cada opinión infundada, cada bulo, pero lo cierto es que en un estado de opinión, dejar que los movimientos antinucleares propaguen como ciertas lo que, en el mejor de los casos, son solo medias verdades, es renunciar a dar la batalla de la razón. Y si esta actitud es lamentable en cualquier caso, lo es más cuando los datos objetivos y el análisis racional están de nuestro lado.

Pero, ¿a que riesgo nos enfrentamos con el accidente que en estos momentos tiene lugar en Fukushima?

La intervención del profesor Eduardo Gallego en el programa 59 segundos, el pasado miércoles 16 de marzo, es un ejemplo de sensatez y conocimiento (minutos 37 a 70 del video).

El accidente de Chernobyl (cuyas consecuencias han tenido un exhaustivo seguimiento por el Comité Científico de las Naciones Unidas sobre los Efectos de la Radiación Atómica , o United Nations Scientific Committee on the Effects of Atomic Radiation, UNSCEAR,  que publica sus conclusiones sobre el accidente como parte del informe periódico de este organismo) significó la trágica muerte de 21 personas a causa de la exposición a la radiación, y lesiones graves que requirieron atención médica en otras 180 personas, entre las cuales siete desarrollaron algún tipo de cáncer (el informe debe actualizarse periódicamente por la latencia de estos efectos no deterministas y a largo plazo). Todas estas personas eran miembros de los equipos de emergencia que intervinieron en los primeros momentos. ¿Y entre la población general?. El principal efecto observable es una tasa de incidencia de cáncer de tiroides en niños (de 4 por millón a 100 por millón). ¿La razón?... la emisión contenía muchos isótopos distintos, algunos emisores alpha muy peligrosos si se inhalan o ingieren. Pero una cantidad muy importante de la emisión son isótopos de iodo radiactivo, entre los cuales el más peligroso es el iodo 131 por su mayor vida media (8 días, lo que significa que irradia durante más tiempo que otros isótopos del iodo, y deposita una mayor dosis en el organismo contaminado). Y ese iodo, cuando se ingiere o inhala, pasa al torrente sanguíneo, y a través de la sangre viaja hasta la glándula tiroides y allí se queda, porque el tiroides tiene una gran afinidad por ese elemento químico, lo almacena y no lo elimina. Pero ¿como llegó el iodo radiactivo al tiroides de esos niños?, pues a través, principalmente, de la ingesta de leche contaminada de vacas, que habían pastado hierba contaminada en los días inmediatamente posteriores al accidente. Si esa leche no se hubiera consumido durante algunos meses, y se hubiera apoyado esa medida con la ingesta de pastillas de iodo no radiactivo (lo que hubiera saturado el tiroides de los niños evitando que se fijara el iodo ingerido o inhalado), la incidencia de cáncer de tiroides se habría reducido notablemente. En la mayoría de casos estos cánceres de tiroides fueron tratados y curados.

¿Y otros efectos?... pues a pesar de que la contaminación afectó, en mayor o menor grado, a un número enorme de personas (115000 evacuados, 600000 ciudadanos en la región, 7 millones en los paises afectados), la incidencia de cáncer sólido no muestra un incremento medible (a excepción del de tiroides, ya comentado). Tampoco la leucemia.

A pesar de ello, los modelos de proyección (modelos teóricos construidos sobre los datos de seguimiento de los supervivientes de Hiroshima y Nagasaki) estiman un incremento de riesgo de cáncer sólido y leucemia que equivaldría a un valor final (es decir, a lo largo de toda la vida de las personas expuestas) de 4000 muertes prematuras entre las seiscientas mil personas más irradiadas, y otras 5000 entre los 7 millones de personas que forman el segundo grupo, menos expuesto. Insisto: a lo largo de toda su vida. Esto significa un incremento de riesgo acumulado a lo largo de la vida del orden del 5% para el primer grupo y del 0.5% entre el segundo grupo. Dicho con otras palabras, donde se esperarían 100 muertes por cáncer se observarán 105 y 101 respectivamente. Y este porcentaje se reduce si atendemos al número de años de vida perdidos.

Es interesante cuantificar, aunque sea groseramente, cuantos años de vida perdidos significan estas muertes prematuras, pero no es sencillo obtener este dato, pues depende de la distribución en edad y la expectativa de vida de la población antes de la exposición y de modelos de proyección en el tiempo que no son fáciles de interpretar. Si consideramos 75 años de supervivencia media, una pirámide poblacional estándar (edad media en el momento de la exposición de 40 años) y un acortamiento medio de 10 años por cada muerte provocada por la exposición, la pérdida de años de vida significaría un total de 50000 años de vida sobre los 27 millones de años de vida que sumaría la población expuesta, es decir, un 0.25% de años de vida perdidos (1 año en 400), para el grupo de población más expuesto, y 0.025% (1 año en 4000) para el menos expuesto. Son cuentas estimativas, no excesivamente precisas, pero dan una idea del nivel de riesgo del que hablamos.

No hablaré en esta entrada de las ventajas de las nucleares. Lo más urgente hoy es difundir, con la mayor transparencia posible, cual es el riesgo real de las radiaciones, excesivamente sobrevalorado en el imaginario de la población. Rebatir, con los datos disponibles, las exageraciones o las simples falsedades, o los desmadres de algunos políticos y periodistas, desinformados o, sencillamente, aprovechados.

En el debate nuclear los únicos interesados en la falta de transparencia y veracidad deberían ser los antinucleares, pues los datos no avalan sus argumentos. Solo la transparencia y el conocimiento riguroso podrá vencer, algún día, el miedo atávico a la energía nuclear.

martes, 15 de marzo de 2011

Inscripción en la jornada sobre dosimetría con radiocrómica

Bueno, pues ya estamos en marcha.

Se ha abierto la inscripción en la Jornada sobre dosimetría con película radiocrómica, organizada por el Hospital San Cecilio de Granada, en colaboración con la Sociedad Andaluza de Radiofísica Hospitalaria y el departamento de física moderna de la Universidad de Granada.

Podéis acceder al formulario de inscripción aq

La jornada es gratuita, pero la SARH está organizando la comida y desayuno de los asistentes. Si queréis reservar (es opcional, quien prefiera puede comer por su cuenta), el coste de la comida y el desayuno es de 30€ para los no asociados a la SARH y 25 para los asociados a SARH.

Atención: los que penseis presenciar la jornada a través de la web no necesitais inscribiros (ni reservar comida, claro :-))

Por otra parte, ayer se hicieron pruebas de difusión a pequeña escala fuera de la universidad y la experiencia tuvo éxito. El reducido auditorio, 4 personas, pudo seguir la comunicación sin interrupciones (un ligero retraso de entre 5 y 10 segundos). La imagen no fue excesivamente buena debido a la calidad de la webcam pero el sonido está bien y mejorará con el uso de micrófonos de solapa que esperamos tener para la jornada.

La emisión se realiza en ustream. Para quien tenga problemas para acceder a ese servidor, lo colgaré también en mi página facebook, en abierto. La ventaja de verlo en ustream es que si te das de alta (que es muy sencillo) puedes participar en el chat que se desarrolla junto a la pantalla de visualización.

En cualquier caso tendremos un canal de chat alternativo (ya comunicaré cual), y siempre mi correo privado para enviar mensajes durante la emisión.

Bueno, mañana a las 16:00, un último ensayo, quien quiera participar, allí estaremos.









lunes, 7 de marzo de 2011

Jornada sobre dosimetría con EBT

Bueno, con 26 respuestas totales los resultados de la encuesta son:


Preferencia de participación


presencial preferentemente1973%
telemática preferentemente14%
presencial exclusivamente00%
telemática exclusivamente623%
indiferente00%


Preferencia de día

laborable (lunes a viernes)1558%
sábado1246%








¿Consideras interesante que la jornada incluya un taller 
práctico comparativo?

SI
24
92%
NO
2
8%



¿Quieres que la organización te reserve tiempo para exponer tu propia experiencia con la dosimetría de película?

SI
3
12%
NO
24
92%









Con estos resultados la jornada queda organizada así:

  • Viernes 8 de abril (9:00 a 18:00, 2 horas para comida).
  • Incluirá taller práctico (2 horas).
  • Se emitirá vía web en directo con participación telemática a través de chat.
  • Se reservarán 3 horas para ponencias (la duración de las mismas estará condicionada al número de personas interesadas en comunicar su propia experiencia)
Próximamente estará accesible el formulario de inscripción en la página web de la Sociedad Andaluza de Radiofísica Hospitalaria, con información más detallada.

Se va a solicitar la acreditación a través del Hospital Univ. San Cecilio.

Se informará a través de la web de la SARH, por la red de distribución de rediris, y también en este blog.





domingo, 6 de marzo de 2011

... o 30

Sí, 31, que son los años que casi han pasado desde que Loquillo (con Intocables) lanzara su primer disco...
Anoche estuvo aquí, en Granada, en el auditorio Manuel de Falla. Y allá nos fuimos: Lola, Mirin, Celia, Ernesto y yo, con intención de mover un poco el esqueleto... y vaya si lo movimos.

Resulta un poco chocante ver al pájaro loco proyectado entre las lámparas caras del auditorio, pero, ¡que leche!, los tiempos cambian para todos.

Así que allí estábamos, sentados, muy formalitos, con el escenario iluminado y una foto de la Dietrich... esperando que saliera el loco a darnos una patada en la glándula del ritmo, bastante atrofiada últimamente por la falta de sonidos claros en este ruidoso ajetreo diario.

Y ahí está, este gigante venido de otro tiempo, negro estricto, tupé vistoso pero sin excesos, chaqueta, y sonrisa pícara de medio lado, de chico malo que tuvo que conformarse con ser famoso. Un símbolo de moteros, sin carnet de conducir, ''demasiado rocker para los punks, demasiado punks para los rockers...'', demasiado loquillo para todos.

En las calles de Madrid, María (que grande, es que uno peina canas, que le voy a hacer, y tengo mis preferencias, esto promete, pensé), hasta que tuvimos que levantarnos de la silla con Pégate a mí, para ya quedarnos de pie: el hombre de negro, rompeolas, linea clara, todo el mundo ama a Isabel, carne para linda, memoria de jóvenes, feo-fuerte-formal, siempre libre, arte y ensayo, cruzando el paraiso, R&R actitud, rock suave, cuando fuimos los mejores, R&R star, la mataré, ritmo del garaje (el orden no puedo recordarlo)... hasta el cierre apoteósico: Cadillac solitario... casi dos horas de loquillo, sin trogloditas ni intocables.

¿que fue lo mejor?... bueno, hubo varios signos emocionantes: el loco no dudó en volverse hacia la trasera del escenario, desde donde un buen puñado de posesos bailongos veían el concierto (cosas de la música clásica), es más, los privilegió con varias visitas a pie de grada (que no podía hacer con el graderío anterior), con el artista paseando entre la peña, dejándose tocar, saludando, estrechando manos, haciéndose fotos (incluso con un chavalín de pocos años al que sus padres quieren hacer rockero, ¡ya podrá contarlo de mayor!)... la gran cantidad de gente joven, es verdad que te hace sentir un poco carcamal, pero da punto pensar que a lo mejor no es tan raro que te siga gustando esta música, los dos cigarros fumados en el escenario, que uno puede estar dejando de fumar, o intentándolo, pero de eso a que un artista no pueda pegar unas caladas mientras se lo curra, joder, ¡que fume lo que le salga!.

En fin, dos horas bien echadas, un buen sábado, casi treinta años después de aquel ''esto no es Hawai'' que fue casi un lema de la movida. Bueno, esa no la cantó. Dice mi hija que ya no le pega... puede ser. Pero da igual, no importa si estás junto a mí.

sábado, 5 de marzo de 2011

Así que pasen 20 años...

 Sí, casi veinte años han pasado desde aquel día del año 1991 en que viajé a Pamplona para visitar la Clínica Universitaria de Navarra donde iba a tener mi primer contacto con un acelerador de electrones de uso clínico (un CLINAC, en la jerga habitual del oficio) de la mano de  Lluis Escudé, mi colega (y sin embargo amigo, como dice Manuel).

Unos meses después, en mayo de 1993, el Hospital Universitario San Cecilio de Granada instalaba su primer acelerador de electrones, un MEVATRON™ KDS. Esa máquina sigue hoy dando batalla diaria a la enfermedad en ese mismo hospital. Y lo ha hecho solo ante el peligro en los últimos años, desde que se desmontara, tras 22 años de servicio, la unidad de telegammaterapia Theratrón 780.

Él ''solico'', como decimos en Murcia, hasta esta semana, cuando en nuestro hospital ha comenzado a prestar servicio el heredero de aquel acelerador, de nombre ARTISTE™, con las más modernas capacidades terapéuticas: colimador multiláminas (MLC) de alta resolución, sistema electrónico de imagen portal (EPID) y tomografía de haz cónico (CBCT). Con este nuevo equipo el hospital San Cecilio se sitúa en la vanguardia de la radioterapia a nivel nacional, al menos en cuanto a medios tecnológicos. Hacer de esa posibilidad técnica una realidad clínica dependerá a partir de ahora de nuestra capacidad para seguir aprendiendo y mejorando.

Pero debajo de todos esos avances tecnológicos, debajo de su cerebro digital, de su dentadura afilada, de sus ojos robóticos, late el mismo corazón electromagnético, que con sus 3000 millones de latidos por segundo (3 GHz, en lenguaje técnico) impulsa las partículas que fluyen a través de su enorme boca para irradiar los tejidos neoplásicos de nuestros pacientes. Porque poco ha cambiado en ese aspecto, la producción del haz, la tecnología de estos equipos que son hoy por hoy el arma principal de la radioterapia.

Y tal vez pueda parecer un friki, pero os aseguro que hay mucha científica belleza en el modo en que unos cuantos vatios de potencia eléctrica común se convierten en un poderoso e invisible bisturí de partículas de alta energía,  y en la forma en que esas partículas nos permiten controlar e incluso detener el crecimiento de las células neoplásicas malignas... pero eso será motivo de otra entrada... o de más de una.